sábado, 14 de enero de 2017

Me ofende que no les ofenda



Si hay algo que debe manejar cualquier persona que tenga o pueda tener un control o impacto en la opinión publica o tenga un cargo o posición donde muchas personas lo siguen y escuchan con mucha atencion, es nuestro discurso y lenguaje, la forma en que nos expresamos hacia el publico y a quienes nos referimos en nuestro discurso, lo cual genera una reacción en cadena positiva o negativa de acuerdo a lo expresado, por los que hay que ser muy cuidadoso y manejar la altura discursiva para no caer en la tentación de la descalificación en todas sus variantes.

Lamentablemente en la política venezolana, que se ha vuelto en la actualidad un espacio común para toda al sociedad en su conjunto, sin distinciones de edad, raza ni condición social; el manejo del discurso ha dejado de ser un espacio para la formación e inclusión y se ha vuelto una especie de carabina descontrolada que ataca a todos sin distinción, haciendo que no solo las figuras políticas se hayan acostumbrado al insulto, la burla y el ataque verbal, sino que sus seguidores los copian e incluso maximizan el ataque hasta un nivel casi sociopata, donde la ofensa llega incluso a las amenazas de muerte y hagamos de esta verborrea nuestro hablar cotidiano tanto en forma interpersonal como en los entornos digitales, por lo que los valores mas elementales de cualquier sociedad para en sano esparcimiento son eliminados de nuestra cotidianidad y en su lugar solo queda un odio y resentimiento que en muchos casos es mas inculcado que propio, solo somos una copia terrible e intolerante de aquellos que representan (o pretenden representar) nuestros ideales o visiones del país, por lo que la degeneración moral y cultural se profundiza aun mas.

Este nivel discursivo comienza con nuestro carácter de gentilicio: los venezolanos por naturaleza tendemos a ser personas de carácter fuerte, ya sea en lo positivo como en lo negativo, nuestra capacidad emocional nos hace sentir con mucha fuerza tanto el amor como el odio, por lo que decimos en ambos extremos de la balanza lo expresamos de forma aireada e impulsiva, esto en el fondo puede ser bueno si se sabe administrar, porque el verbo encendido y la emoción imponente nos educa para enfrentar los desmanes de la vida, sin embargo cuando esto excede nuestra propia capacidad de raciocinio, terminamos cayendo en insultos vacíos, estereotipados y una actitud a la defensiva ante aquellas personas que sean diferentes a el, ya sea por su orientación sexual, su condición etaria, género, país de origen o posición política; por lo que en muchos casos se ha perdido el sentido del debate y la sana confrontación de ideas, ya que siempre o casi siempre terminan en una catarsis colectiva, tanto en la izquierda como en la derecha venezolana, por lo que ed cada vez mas difícil entendernos, trabajar en conjunto o asumir nuestros errores propios.

Los discursos no discriminan ningún estatus en cuanto a insultos: hay discursos de misoginia, donde mujeres que ocupan altos cargos de la administración publicas son calificadas de "comadres, zánganas, zorras, malandras, sucias, vampiras" solo por no hacer lo que una parcialidad política quiere y no lo que es correcto a nivel jurídico o electoral; ademas vemos la discriminacion sexual o por consumo de estupefacientes, donde insultamos la moral o condicion etica de una persona solo por ser (o ser acusado sin pruebas) de ser homosexual o drogadicto, como si esas condiciones por si solas fueran un adjetivo peyorativo, una suerte de discurso anacronico y desubicado con el sentir revolucionario de este proceso, que deberia set incluyente y no motivar burlas o escarnio publico por estos dos casos; también hay discursos clasistas, donde se estereotipando las posiciones políticas de acuerdo a nuestras opiniones personalisimas, como el caso de que se acusen a las chavistas (vaya que hasta aquí nos acompaña la misoginia) son calificadas como "mujeres sucias, feas y desarregladas" solo por opiniones de gente de moral depauperada y opiniones casi semejantes al opus dei venezolano; además de que es común en redes sociales que a la gente de izquierda o a favor del gobierno bolivariano se le califique de "brutos, animales, Chávestias, arrastrados, comemierda, imbéciles, focas, ovejas, arrastrados, basura, demonios, monos, macacos, indigentes, zarrapastrosos, malditos comunistas" entre muchos otros epítetos que demuestran la pobre inteligencia y capacidad de odio tan fuerte que es generado en personas que odian a otros compatriotas solo porque no comparten sus ideales o visiones de vida, igual ocurre con los adversarios del proceso bolivariano, donde los epitetos terminan siendo igual de clasistas "escuálidos, animales, descerebrados, sifrinos, explotadores, oposilocos, enfermos mentales" y muchos otros mas, por los que ningún estrato esta exento de este flagelo, al final el discurso es igual en ambos polos del espectro político, y juntos creamos estigmas que inculcamos a nuestros compartidaríos que al final se vuelven un discurso normal, naturalizado entre nosotros mismos, aun cuando vaya en contra de los principios mas básicos de convivencia humana, por lo que cada vez se hace mas difícil conversar tranquilamente entre nosotros sin que el tema político salga a la luz y origine rencillas que en el fondo son innecesarias o superficiales, que difícil es convivir cuando estamos acostumbrados a la defensiva.

Pero algo es aun mas preocupante de todo y nos es tanto lo que decimos sino justamente lo que no decimos, lo que omitimos o sencillamente lo ignoramos, que dejemos con tanta tranquilidad que estos personajes sigan insultando a diestra y siniestra a quien quieran y nosotros, mas allá de increparlos, interpelarlos o siquiera exigirles respeto hacia los afectados, lo asumimos como algo normal, lo dejamos pasar y, en el peor de los casos, lo apoyamos e limitamos, por lo que se vuelve una reacción en cadena de odio e intolerancia donde paradigmas estúpidos van mas allá de nuestra humanidad, de nuestra calidez que, según los pregoneros de la venezolaneidad, es nuestra divisa; nuestra cultura se ha convertido en un campo de batalla entre personas que por nimiedades entramos en conflicto, que en muchos casos amistades y familias se coartan por esta situación que hay que entender, no comenzó con Chávez, sino con sus adversarios que nos inculcaron en los medios de comunicacion, radial y medios digitales el odio al proceso bolivariano, lo cual derivo en una postura reaccionaria por parte de los opositores y una actitud a la defensiva de los revolucionarios, lo cual conllevo a un enfrentamiento que se media incluso en personas de mismas clases sociales, lo cual demuestra el daño de esta situación a los venezolanos, que el odio de una minoría logro crear estigmas y paradigmas en los venezolanos que son errados o falsos, pero que lograron la meta de enemistaron entre nosotros para que no nos organismos en torno al beneficio de nuestra patria, como dice un principio muy conocido "divide y vencerás"

La lucha de clases siempre existirá, al igual que los opositores y chavistas, que en muchos casos no son paralelos a la lucha de clases (lo cual es muy triste), pero hay que entender que el odio y el rencor no nos permite unir nuestras capacidades para procurar la mejora de la patria de Bolívar, que las discusiones y altercados destruyen mas de lo que construyen, y que en estos momentos de crisis debe imperar el bienestar de todos por encima de visiones personales, no le pido al opositor que piense igual que yo, solo le pido que en momentos de crisis los insultos y discusiones banales se vuelven estériles, que lo mas importante es la acción y la unión para salir de este trance económico y así demostrar que los venezolanos nos crecemos en las dificultades y que los revolucionarios debemos amar hasta que nos duela y que todo lo que se haga por el bien del pueblo venezolano, aunque amerite unir fuerzas con el adversario de misma clase social, sera recompensado para hacer verdaderamente irreversible esta revolución

Si o que?