El
nacimiento de una nueva era
“El reto de la modernidad es vivir sin ilusiones y sin desilusionarse”
Antonio Gramsci
Entre las diversas revoluciones de
carácter social y tecnológico que se han realizado en la sociedad desde sus
inicios como sociedad pensante (Homo Sapiens) hasta la actualidad que han
tenido el impacto suficiente para subvertir las relaciones del ser humano con
su entorno y los sujetos que lo rodean, ninguna ha tenido un impacto tan
intempestivo y ha impactado en nuestras relaciones interpersonales como la revolución
informática, encabezada por el Internet, entendida esta como un conjunto de
redes de información interconectadas e interdependientes entre sí que se
expanden a nivel mundial a través de una red lógica única; logrando tener un carácter
globalizante tan fuerte que se ha convertido en parte indispensable de la
cotidianidad de las personas, por lo que la percepción de la realidad pasa por
la ambivalencia entre las experiencias propias en el entorno real y las
experiencias que se comparten en los medios digitales, tanto de forma
individual como de forma colectiva.
El
internet en sus inicios surgió como una red que fue conocida como ARPANET (Advanced Research Projects Agency
Network) utilizada por el Ministerio de
Defensa de EE.UU, que tenía como finalidad establecer una red de
computadoras que conectara los distintos centros de investigación de defensa
para advertir de manera remota cualquier ataque enemigo de forma rápida y
eficaz, aunque las investigaciones fueron girando rápidamente gracias a las
nuevas investigaciones realizadas por gobiernos, universidades y otros centros
académicos en la creación de una red interconectada de computadoras que
tuvieran un carácter socializante. Mientras se avanzaba en las investigación,
la red cada vez iba dejando atrás su uso estricto al cálculo matemático y se
fueron creando servicios como la creación y envió de archivos, acceso a otras
maquinas, medios de comunicación migrantes o nativos del entorno digital y, con
mayor impacto, las redes sociales.
Estas
últimas significaron el “boom” de la era digital, donde los entornos de
socialización interpersonal serian sustituidos por espacios en la web donde
compartimos a los usuarios nuestros gustos e intereses, ya sea a través de
mensajes, fotos o videos; lo cual poco a poco va creando una nueva cultura
comunicativa, donde nuestro canal informativos e restringe únicamente a lo que
transmitimos en estos espacios, lo cual genera tarde o temprano severas distorsiones
sociales en la sociedad, en especial en los jóvenes que son los que habitúan
estos espacios con mayor frecuencia
Una cultura de “likes y
tweets”
“El viejo mundo se muere.
El nuevo tarda en aparecer.
Y en ese claroscuro surgen los monstruos”
Antonio
Gramsci
Desde los comienzos de la humanidad, la
cultura es definida como los distintos valores espirituales, identitarios o
sociales que posee un determinado grupo social de acuerdo a los caracteres
geográficos, históricos o contextuales que existen dentro de dicho grupo;
tomando en cuenta que estos valores tienden a alterarse debido a los continuos
cambios políticos, económicos y tecnológicos que se dan en un momento
determinado de nuestra historia.
Sin embargo, estos cambios no siempre logran
en muchos casos desviar los preceptos morales y éticos que existen en un
determinado grupo social, ya sea a nivel local, regional o nacional, ya que
muchos de ellos solo se quedan en un cambio de forma y no de fondo, como bien
lo dice Luis Britto Garcia:
Una cultura, pues, al igual que un código genético y una memoria, ha de lograr un equilibrio dialéctico ideal entre la preservación de una cierta estabilidad estructural y la adaptación a situaciones sobrevinientes[1]
Esta estabilidad a la que
refiere es marcada por nuestros valores geográficos e históricos y como estos
se deben sobreponer a los continuos y abrumadores cambios que se dan en la
cultura a nivel mundial o nacional, en especial ante el auge de las nuevas
tecnologías que se van apoderando de todos los estratos de la vida humana,
siendo la social y cultural una de las más relevantes.
Venezuela no ha escapado de
esta realidad mundial, donde los nuevos entornos de comunicación vía web se han
configurado de manera gradual pero efectiva en nuestra cotidianidad, en
especial a través de las redes sociales y esto no es en vano: según el estudio
“Amor a primer like ¿mito virtual o realidad comprobable?” hecho por Street
Marketing, empresa dirigida por Irrael Gómez, experto en marketing digital,
Venezuela es el 9no país a nivel mundial en lo que respecta al uso de las redes
sociales, teniendo que cerca de 11 millones de personas no dudan en compartir
su quehacer cotidiano a través de redes como Facebook, Twitter, Instagram o
Snapchat.
Esta tendencia ha marcado el
inicio de una nueva cultura en la sociedad venezolana donde el ciberespacio no
solo se han configurado nuestros encuentros sociales, sino incluso nuestra
forma de ver la sociedad y a nosotros mismos, como lo afirma Vicente Romano:
La difusión mundial de las TIC tiene, por último, efectos ecológicos. Su desarrollo conlleva la alienación forzada del entorno natural y de los lugares. Vista en el contexto social más amplio, esta mundialización de la comunicación digital supone el masivo subdesarrollo del viejo entorno social, con su infraestructura socioeconómica de gente, maquinas y burocracia 2
Nuestro entorno real se ha distorsionado
gravemente, nuestros encuentros se reprimen cada vez más y nuestro conocimiento
sobre nuestros familiares, amigos y conocidos y la realidad concreta se reducen
a lo que vemos en el monitor de una computadora o en la pantalla de un teléfono
inteligente; lo cual, ligado al hecho de que son los jóvenes entre 18 y 30 años
los mayores consumidores de estos entornos digitales[i][2], ha constituido una nueva
cultura en la juventud venezolana donde su concepción de la realidad hasta
incluso el trato con sus amigos y
familiares se ve influenciado o dictaminado por lo que ve de forma constante en
las redes sociales; no solo en dicho entorno, sino en la realidad concreta, ya
que en muchos casos el constante bombardeo de información, en muchos casos con
un leguaje rebuscado, de toda índole que se lleva a cabo en las redes sociales
termina contaminando nuestro discernimiento, por lo que es sencillo consumir
cualquier información como cierta sin evaluar su contenido o si quiera el
remitente, volviéndolo un receptor sumiso
como lo especifica Vicente Romano:
Una forma insidiosa de falsear la realidad es presentarla de forma incomprensible. Quien es demasiado cobarde para mentir abiertamente o carece de habilidad para hacerlo, se expresa sin claridad, de forma confusa. A menudo se sale con la suya porque muchas personas creen que plantear preguntas equivale a romper con las buenas maneras, que es una falta de educación. El temor a hacer preguntas es resultado de la domesticación4
La juventud venezolana se ha
convertido en los últimos años en una generación de “ciber-jovenes”, donde su
dependencia a los medios no solo se basa en la reducción de los encuentros
interpersonales al momento de entablar nuevas amistades o contactar con
familiares, sino que han generado una suerte de ruptura de la barrera entre la
realidad Real y la Realidad Virtual, donde la cultura ya no es definida por tus
caracteres contextuales o identitarios, sino por el perfil (sea real o no) que conjugas en tus redes
sociales; ya no nos definimos por lo que somos, sino por lo que aparentamos de
acuerdo a
Las paginas que visitamos y
a los grupos a los que formamos parte, ya no analizamos la realidad desde un
discernimiento más profundo, sino que nos dejamos guiar por los “trendinc
topics” de la red social Twitter, las páginas más visitadas en Facebook o las
fotos mas seguidas en Instagram, donde la información cala no por su veracidad,
sino por tener un titulo rimbombante, recursos multimedia que lo hagan dinámico
y comprobable (aun cuando estos materiales puedan estar trucados) y que las
personas que saquen a la luz dichas informaciones tengan una pregnancia en la
población, ya sea por su popularidad o por su manejo de la información,
haciendo muy maleable nuestra mente al estar expuesto diariamente a esta
autopista de información donde nos naturalizamos situaciones inverosímiles,
donde logran la dominación de nuestro actuar, de nuestra personalidad de manera
indirecta, ya que no existe alguien en especifico que dirija las pautas
informativas que se mueven en las redes sociales, estas surgen en la espontaneidad
que caracteriza estos medios, donde cualquiera puede reproducir una información
y, con la suerte necesaria, mucha gente la seguirá, ya sea porque toca alguna
realidad palpable o simplemente porque te sientes identificado, lo cual podría
definirse según Romano, como:
“(…) la capacidad para imponer la validez de significados mediante signos hasta el punto de que otra gente se identifique con ellos. Este tipo de violencia adopta múltiples formas, mucho más frecuentes que la violencia física. Son más sutiles, menos evidentes, indirectas. Además, cuando se aceptan dócilmente los significados y valores de los poderosos no hay que pagar los sueldos, uniformes y armas de un cuerpo represor más caro e incomodo” 5
Soy
lo que la red quiere que sea
“La indiferencia es abulia, parasitismo y cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes”
Antonio Gramsci
La redes sociales se has
convertido en una especie de manufacturas culturales, donde las personas ya no
las visitan solamente para estar en contacto con sus allegados, sino que
indirectamente van para que la sociedad los juzgue: esperan que las fotos que
montan tengan muchos “likes”, que sus
comentarios sean “retwitteados” constantemente, que sus publicaciones o informaciones
tengan “buenos comentarios” y que podamos estar al tanto de nuestros ídolos o
gustos a través de grupos y paginas especificas, lo cual crea graves
deformaciones en la psique de la juventud venezolana.
Según el experto Eduardo Quijano,
académico del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) en Guadalajara,
México, habla de que las distintas deformaciones que surgen a nivel psicológico
en los usuarios de las redes sociales son causadas por las realidades que vemos
allí y que de una u otra manera aspiramos de forma inconsciente
“A través de las redes sociales uno descubre en tiempo real las múltiples alternativas de existir, de estar siendo, de habitar en la ciudad, de otras personas; las opciones de vida que yo no tengo, y eso a muchos les produce tristeza y hasta depresión"6
También no explica que en muchos casos esta situación se da
en la juventud al observar las diversas realidades de amigos y familiares y, al
comparar con su vida personal, tienden a sentir inconformidad o infelicidad
"Con la vida cercana porque entienden que lo mejor de la vida se ha desplazado a un espacio virtual mucho más grande, con más emociones, con risas y sonrisas, de ser aceptado y reconocido"7
Esta distención entre aquella vida que te ofrece las redes sociales y la vida palpable fomenta una gran cantidad de trastornos psicológicos en los usuarios que la usan con más frecuencia, ya que en muchos casos los jóvenes, al estar escudados en un “profile” de una determinada red social, pueden tener comportamientos agresivos, hedonistas y esnobistas al tratar de lograr un prestigio o reconocimiento por parte de la comunidad web, lo cual genera fenómenos como los “Ultras” (Personas que utilizan constantemente y sin descanso las redes sociales) “Lurkers” (personas que espían constantemente los profiles de los demás), Los “Peacocks” (personas que presumen de ser muy populares en las redes por tener muchos seguidores) , los “Trolls” (sujetos que buscan ofender a otros solo para destacar), los “Ranters” ( personas que están opinando constantemente fotos o estados, dejando en claro que siempre tendrán la razón en cada opinión) los “Changelings” (personas muy activas en las redes usando personalidades ocultas) y los “Approval seekers” (personas que esperan que sus publicaciones o fotos generen reacciones o en su defectos sean motivo de comentario, sea como sea).
Esta nomenclatura refuerza la visión de la nueva cultura que está surgiendo dentro de las redes sociales, una cultura que ha sabido aprovechar la desaparición sistemática de la comunicación interpersonal y la seguridad que ofrece la comunicación desde un monitor de computadora para dar a conocer personalidades o actitudes antagónicas a nuestro verdadero ser, una suerte del desdoblamiento del “Yo” (La razón) y el “Ello” (el deseo) del que hablaba Sigmund Freud, una necesidad de ser aceptado, de estar en un entorno donde pueda obtener prestigio o reputación sin importar los medios, que configuran su vida y su realidad a lo más destacado de los medios digitales, a los videos virales, los estilos de vida de sus ídolos o la visión amarillista y populista de medios y personalidades políticas, creando así un “profile” que se adecue a un determinado grupo o estrato de los tantos que abundan en las redes sociales.
Los tiempos en que las redes sociales eran meros espacios para el cotilleo y el sano compartir entre amigos y familiares a quedado en un segundo plano y ahora estos espacios se han convertido en los configuradores involuntarios de la cultura globalizada, donde los parámetros culturales, sociales y políticos se manejan de forma unitaria, donde los temas banales y superficiales se encuentran entre los “trendinc topics” y la visión de cultura e identidad se transversaliza en la transculturización y el endorracismo hasta el punto que nos hacemos eco de la denigración de nuestro país, ante la visión sensacionalista de lo extranjero en perjuicio de lo nacional, una red con venezolanos que poco a poco pierden el amor a su gentilicio.
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