Si existe algo en esta vida que nos da una lectura mas profunda e imparcial de la realidad, es la observación en primera persona de los hechos, sobre todo si estos nos demuestran que en muchos casos los políticos no son conscientes que en nuestra sociedad lo que se dice no se traduce en muchos casos en acciones concretas, somos nosotros en nuestro día a día que vemos como todo sucede y como todo se desenvuelve en una vorágine de rostros y sucesos que en muchos casos creemos aislados, pero que en su conjunto nos dan una probada de realidad que, aunque parezca empirista, nos refleja lo que somos como sociedad, como cultura, como país y como nación, nuestro reflejo mas latente es nuestra cotidianidad, donde los sucesos demuestran que nuestra cultura, mas alla de llevarnos a alguna especie de progreso social, nos estanca en acciones que dejan mucho que desear del gentilicio venezolano, o de lo que nuestros gobernantes han hecho a lo interno de nuestro gentilicio, donde mas vale el panfletario y vitoreador que el fundamentalista, intelectual o técnico de oficio que sabe como sacar adelante con sus potencialidades al país, pero nuestra mezquindad ideológica no nos permite ver mas allá del adulador del partido, dándole cargos donde su preparación no es acorde.
Pero bueno, ya me he salido un poco de la esencia de este escrito, que viene a relatar mi experiencia al recorrer mi amada Caracas en un colectivo de transporte y que las ventanas me mostraron una visión algo trastocada pero autentica de nuestra realidad venezolana, donde lo social y lo económico se hacían presentes y nuestro papel de hombre nuevo no paso de una consigna del ilustre Che Guevara, ya que nuestra cultura es un reflejo constante de lo poco que avanzamos como nación en lo social.
Yo venia un día de una reunión con unos compañeros de la universidad, programando nuestro rol en el recién constituido Consejo Estudiantil de la UBV, un paso importante en la organización estudiantil en nuestra universidad, necesaria en la coyuntura que vivimos. Después de dicha reunión decido irme a mi casa en una camioneta, yo estaba en Bellas Artes, específicamente en Plaza Morelos y conseguí una camioneta que iba hasta Ruiz Pineda y decidí aprovecharla, me monte, espere media hora a que cargara y me fui derecho, no sin antes revisar por la ventanilla la realidad caraqueña un miércoles por la tarde, desde Morelos hasta Ruiz Pineda y la realidad fue bofetada tras bofetada: ver continuamente colas en abastos y panaderías para comprar alimentos, decenas de personas que se desviven nuevamente en la economía informal decoran con sus rudimentarios puestos las aceras de la capital, cada parada era un niño o un adulto en su faena de mendicidad en nuestra camioneta, dando historias tan descarnadas como exageradas, algunas te hacían dudar de su veracidad, pero honestamente nadie discutiría si era o no verdadera su historia, en igual suma salían billetes de 2 y 5 Bs de los bolsillos de los que como yo usaban el transporte publico.
Este escenario se repitió en todo el centro de Caracas, al mismo tiempo que una situación tan inesperada como cruda llamo poderosamente la atención de todos quienes estábamos en la camioneta, que incluso nos paramos de nuestros asientos para contemplar mejo la escena: un muchacho acababa de robar a una mujer de mediana edad y salio corriendo, no sin antes ser interceptado por un gran numero de jóvenes que no solo le quitaron el bolso y se le devolvieron, sino que lincharon sin piedad al muchacho, dándole golpes y patadas a diestra y siniestra, a lo cual se acerco un montón de gente que cubrió la escena, por lo que fue imposible seguir viendo esa situación, digna de la novela de Fuente Ovejuna, donde el mismo pueblo es juez y verdugo de sus agresores, donde el miedo a la delincuencia se vuelve inexistente ante tantas injusticias que ya existen en nuestra realidad, triste como nuestra cultura nos hace violento e irascibles, nuestra cotidianidad nos hace nerviosos y agresivos, dejando atrás el buen trato que al venezolano caracterizaba
Seguía el recorrido por la avenida universidad, a la altura de San Francisco, me recibían mas vendedores informales, consignas de izquierda en las paredes, algunas en referencia a la nueva Asamblea Nacional donde la derecha ya esta haciendo y deshaciendo a sus anchas en este espacio, donde el desastre de quienes se embriagan de poder se hizo presente en los 6 meses que ostentan el poder, donde ya se creen dueños del país y que solo su voz es valida en el ámbito político, mas temprano que tarde el pueblo le dará su parao a tantas pretensiones de un sector sin proyecto ni liderazgo que quiere tener al país como patio trasero del norte.
Este recorrido me dio una visión concreta y pertinaz de algo que cada vez se vuelve mas preocupante en nuestra sociedad venezolana: nuestra cotidianidad se ha vuelto caótica, violenta y digna de la indigencia mas descarnada, no se trata de gente que va a la calle como vividor o gitano, sino para poder subsistir su familia y su realidad, la mendicidad y la buhonería cada ves se hace mas común, algo que creímos erradicar en Caracas ha vuelto con mas presencia y de manera mas diversificada ante la crisis moral, política y económica que vivimos los venezolanos, esa mirada en la ventana es una mirada que engloba el común denominador de los venezolanos, venezolanos que no ven mas progreso para su subsistencia que recurrir a todos los métodos posibles para conseguir dinero, aun cuando sea ilegal, no existe otra forma, es la única manera para que sus familias no pasen penurias en cuanto a su alimentación, que ya de por si conseguirla es otra odisea, ya que en muchos casos los CLAP no se ajustan a muchas realidades familiares, sino que se vuelve uniforme y se dan las mismas cantidades de alimentos a personas con mas necesidades de las que la bolsa puede cubrir, así que es necesario buscar alimentos mas allá de las bolsas lo cuales vuelve mas complicado, ademas que en muchos casos las personas se debaten entre trabajar y comprar alimentos, por lo que se vuelve aun mas complicada la vida y socialmente nos hacemos irascibles, desesperanzados, agresivos, poco amigables, poco generosos y hasta con poca calidez humana, esta realidad carcome nuestro gentilicio y nos hace gente que sobrevive con mala cara los embate de un sistema económico que esta agotado y un modelo político que se desvirtúa de sus postulados, haciendo que Chavez seguramente vea desde su plano existencial con relativo repeluz lo que ha ocurrido en materia política, social y cultural en Venezuela, donde mas vale la lambizconeria que las ideas concretas y útiles, donde somos lapidarios e inquisidores ante las criticas y la revolución mas parece una definición orweliana en nuestra realidad, donde las palabras son hermosos eufemismos que usamos para dar una visión hermosa y hasta admirable de una realidad cruda y deleznable que vivimos los venezolanos.
La realidad nos da cachetadas y no reaccionamos, nos dice que estamos haciendo las cosas mal, que el barco que navegamos va contracorriente con el bienestar social del país, que cada vez preferimos hacer shows donde mostramos brazo en movilización, creyendo que así mágicamente los problemas se solucionaran, como si los gritos y llenar avenidas de gente nos garantizara el éxito de una revolución, el 6 de diciembre fue el ejemplo mas claro de que movilización y triunfo electoral no son sinónimos, que es mejor dar respuesta en lo real para poder garantizar el poder, que el poder se mide por cuanto garantizas salud, alimentación, bienestar social a tus ciudadanos, no vociferando contra sus opositores naturales y hablando miles de veces como solucionar un problema en vez de resolver dicho problema de una vez por todas.
NICOLAS POR FAVOR, HAS CASO A LO QUE DICE Y PADECE EL PUEBLO O EL GOBIERNO IRA A UN CAMINO SIN SALIDA QUE SOLO TRAERÁ PENURIAS A NUESTRO PAÍS, ESCUCHA AL PUEBLO ANTES DE QUE SEA TARDE.
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