sábado, 2 de abril de 2016

Banalización "Made in Web"

A lo largo de mis estudios de comunicación social me ha quedado bastante claro que cualquier medio de comunicación, hasta el que aparenta ser más ingenuo o inofensivo, puede intervenir de forma directa o indirecta en nuestra opinión sobre diversos temas de la realidad, así como nuestra forma de ser y pensar; cada mensaje que recibimos se va metiendo lenta pero efectivamente en nuestra psique con el fin de irnos creando una manera de pensar sobre las cosas que van ocurriendo diariamente.

Esto no es nuevo, ya que a lo largo de la historia se han realizado distintos estudios o experimentos, algunos de los cuales rayan el límite de la moralidad, donde se demuestra que la mente humana es muy maleable y, con los medios adecuados en un contexto determinado, puede lograr el apoyo o rechazo hacia una persona, un país o una idea; yendo mas allá de un simple aparataje ideológico para volverse una influencia cultural que termina convirtiendo estas matrices en parte de nuestra idiosincrasia, lo que comentamos en cualquier encuentro fortuito o cotidiano, ya sea en el hogar, en el trabajo o en una reunión alegre, que poco a poco cambia su tónica cuando los comentarios encuentran afines y contrarios.

Lo que ha cambiado en la actualidad son los medios por los cuales hacer rodar las matrices como bolas de nieve que corren a toda velocidad por la ladera y que va creciendo paulatinamente mientras cae, por lo que su impacto al llegar a sus faldas es completamente destructivo; a nivel comunicacional ocurre lo mismo, en especial en este mundo donde las personas consumen de forma pasiva (aunque en muchos casos he pensado que esto está cambiando) todo lo que ven o escuchan en los medios digitales y las redes sociales, las cuales están a la vanguardia de la opinión pública de nuestro país; es un monstruo que los periodistas conocemos bastante bien, nos enfrentamos a un medio que no es medio pero que logra un impacto más profundo en la gente que cualquiera de los medios impresos, radiales o audiovisuales que existen en nuestro país; por lo que nuestra presencia en la web, mas allá de ser una visita ocasional o un espacio de encuentro que fue en un principio su concepción primordial, ahora se ha convertido en una suerte de medio interactivo permanente en el cual debemos tener una participación activa y constante en estos lugares para contrarrestar los rumores y noticias falsas que se mueven diariamente por esta vía.


Aunque estas redes van mucho más allá que solamente tergiversar una información para crear una matriz, sino que se busca crear un estado permanente de disgusto, angustia o actitud banal en torno a la realidad que nos rodea, por lo que logra tener un mayor impacto en la sociedad; al asumir que cualquier situación negativa o frustrante se contextualiza en el ámbito político.

Es común escuchar en la actualidad como se culpabiliza de todos los problemas cotidianos al gobierno, algunos con tono burlesco y otros como algo serio que roza lo radical; es cierto que nuestro gobierno no es perfecto, pero de allí a banalizar o responsabilizarlo cada acción o cada situación aunque sea lo más nimio cae en lo irracional, dándonos cuenta de que la política venezolana no tiene nada que envidiarle a la farándula en cuanto a la cobertura tan mediada por factores tan ajenos a la política como tal.

Llega un momento en que nos preguntamos hasta que momento consideramos que la banalización o satanización puede ser una excelente herramienta para exponer los problemas del país de una forma amena y divertida, y cuando esta se tuerce hasta llegar a ser una ridiculización solo por el morbo o sencillamente por llevar la contraria al gobierno, situación que en nuestra juventud se ve como algo que te da relevancia o popularidad entre tus amigos, como si burlarse del gobierno fuera una moda más que un verdadero sentimiento de inconformidad social, que este país ha vivido durante su historia y que se pretende crear el ambiente “adecuado” en un país que a nivel económico y social no presenta signos de producir un nuevo “Caracazo” o “Viernes Negro” vivido en los gobiernos del siglo pasado, aun cuando los medios nos presentan un país cercano a la distopia orwelliana que solo es creíble en una mente muy sumisa o muy radical en ideas.

Aquí nos detenemos y nos preguntamos ¿Es posible frenar este estigma que es mas cultural que político? Este tipo de huellas no es fácil de borrar y a veces no podemos pretender que todos tengamos las mismas ideas, siempre surgirán antítesis de una idea sin necesidad de que sea algo malo, aunque debemos ver si aquellos que nos llevan la contraria lo hacen con fundamento y con la seriedad que ameritan los problemas de nuestro país, o si, por el contrario, solo son buitres mediáticos que pretenden desmenuzar cadáveres que ellos mismo crean solo para tener una jerarquía “inteligente” ante sus compañeros, creyendo que estando en contra del gobierno automáticamente te convierte en un erudito, habría que revisar, en sus pensamientos y conocimientos en torno a la realidad política, económica y social del país; si no terminan siendo más ignorantes que aquellos que, dentro de su abstracción, llaman ignorantes solo por contrariar sus pretensiosos y superficiales argumentos.
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