Afff, la farándula, esa realidad pomposa y entretenida que los medios de comunicación nos hacen ver no solo como un acercamiento mas intimo con las figuras del arte y el espectáculo, sino como unos personajes que tienen la potestad, aparentemente dada por su aura de individuo que la gente adora o admira, de mostrar su visión de la realidad como una crítica reluciente y digna de un erudito o académico respetable.
Esta situación no es nueva, me atrevería incluso a decir que esta intromisión era mucho más agresiva en el pasado, pero hay que comprender que el hecho de que los artistas expongan, mas allá de una crítica, un juicio agresivo o difamatorio sobre la realidad política, social y económica de nuestro país y que existan muchos conciudadanos que acatan este juicio como si de politólogos y economistas se tratasen, nos demuestra la mente tan blandengue que tienen a la hora de juzgar una situación en particular, creyendo que ellos tienen la verdad solo por usar un leguaje edulcorado y tener esa “conexión artística” con la gente, una ecuación sencilla, como son figuras públicas, padecen nuestros problemas y los entiende muy bien, así que su visión debe ser cierta.
Pero esto va mucho más allá, no solo se pretende crear un bache en la opinión pública, sino que se busca idiotizar a la gente para convertirla en una versión caricaturesca de sí mismo, una persona amorfa con un lenguaje amorfo que en la realidad su estilo de vida choca incluso con el sentido común, de eruditos mediáticos pasamos a esnobistas sumisos y crédulos, simples borregos de gente que no tiene mayor conexión con ellos que el hecho de presenciar su “utópica” vida en la televisión o en el cine o si quiera haberle encontrado con ellos en algún sitio opulento del este de la capital.
Los artistas entonces buscan identificarse con la gente para crear un “feedback” aparentemente efectivo y la gente se identifica con ellos para lograr su vida “nice” que los medios nos muestran de forma compulsiva. Ahora y durante estos 15 años hemos visto como esas figuras públicas, que a la larga se volvieron lacayos involuntarios de los medios que le dieron cabida, mantienen una postura de crítica y difamación constante contra el gobierno y la ideología predominante, arguyendo que su visión es la de “todos los venezolanos”, cualquier parecido con algún cupulero de la oposición no es mera coincidencia, la política y la farándula han tenido un romance extraño durante este principio de siglo, transformando a los políticos en figuras faranduleras y a los artistas en actores políticos, en una búsqueda implacable de remover la visión y el discernimiento del venezolano.
Pero tampoco podemos ser tan indulgente y engavetar a todos los artistas dentro de esta visión, ya que existen muchos cultores y miembros del mundo artístico, tanto de la izquierda como la derecha venezolana, que muestran un compromiso intrínseco con la gente y ejemplos hay varios, deslindandose de muchos de los artistas que siguen esa linea tan deplorable de servirles de monigotes mediáticos a los actores políticos del país.
Problemas existen, negarlos sería tan ridículo como creer en los cupuleros, pero para mostrarse como “alternativa” u “oposición seria” deben dejar esa visión surreal de sus apariciones públicas y no utilizar a los artistas como carne de cañón mediático para vociferar infamias sobre nuestro país, solo para salir en la palestra de unos esnobistas resentidos que jamás serán mayoría.
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