Este articulo, mas allá de mostrar mi opinión sobre este estrato de la sociedad venezolana, es una deuda personal, ya que durante un buen tiempo de mi vida pertenecí al menos en visión a la oposición, mas por sumisión familias que por convicción propia, aunque como buen conocedor de la historia, siempre tenía mis dudas al respecto de las cosas que veía o las noticias que percibía sobre la situación del país, a lo cual se sumaba la visión tan parcializada de diversas personas que conocí en mi liceo.
No se confundan, aquí no voy a caer en la tentación radicalista de insultarlos y decir toda clase de epítetos ofensivos o denigrantes, aun cuando he recibido toda clase de reproches en las redes sociales cuando se dan cuenta que de mi visión política, ya que el grueso de las personas que conozco tienen esa visión opositora, aunque los quiero y respeto mucho, aun cuando no comparto su visión de la realidad.
Pero bueno, lo que vengo a exponer aquí es una visión casi documentalizada de la razón de ser de un opositor, ya sea moderado o radical. La sociedad venezolana está dividida entro los afectos a la izquierda y los defensores de la derecha, dos términos antiquísimos en lo que respecta a la política y que aclarare en otro artículo; los que se oponen al gobierno se ubican tanto en las clases más influyentes hasta en los sectores populares, por lo que decir que los opositores tienen su razón de ser en su poder adquisitivo se debe descartar como opción, además que conozco a personas que, siendo de estos sectores, mantienen una visión muy sobria de la situación del país.
La oposición venezolana la podría clasificar de la siguiente forma para hacer más fácil su desglosamiento:
Tenemos en primer lugar, haciendo el experimento de forma piramidal, a los opositores de cúpula, o sea, lo que dirigen a nivel político y económico este ideal; en los últimos 15 años han estado en una constante búsqueda de un apoyo popular que han perdido de forma definitiva y que buscan recuperarlo de cualquier forma posible, su aparición en los medios y la forma que hablan a sus adeptos, además de la forma que hablan sobre la realidad de Venezuela se perfila como un ejemplo tangible de las 10 estrategias de manipulación mediática de Noam Chomsky que pueden ver en el siguiente enlace(cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia):
En segundo lugar tenemos a los medios de comunicación, los cuales tienen un poder en el desenvolvimiento de un país y el dominio de la opinión pública que ha quedado demostrado durante el golpe de Estado del 2002 y el Paro Petrolero del 2003, donde la participación de los medios fue clave para que ambos hechos ocurrieran con “amparo legal”. Subestimar a los medios a la hora de generar zozobra o incertidumbre sería estúpido en estos tiempos que vivimos, donde los medios de comunicación más que nunca están en manos de la gente que siente y conoce su realidad, más que nunca se debe tener el control de los medios para hacer frente a las campañas mediáticas y matrices de opinión que surgen desde aquellos medios que responde mas a líneas editoriales que a su factor de defensores de la verdad, respetando la ética y la honestidad que deben seguir de acuerdo a leyes esenciales, como el Código de Ética del Periodista, La Ley del Ejercicio del Periodismo, La Ley RESORTE y La Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, en la cual se amparan todos los que ejercemos el periodismo a la hora de manejar los medios.
En tercer lugar tenemos a los opositores “moderados” aquellos que, aun sin perder su visión de estar en contra del gobierno, reconocen para bien o para mal cuando existen los logros o cuando se benefician de alguna acción o medida del gobierno, se definen a sí mismo como críticos o “centro derechistas”, son aquellos con mas estudios y con una visión increíblemente critica, que no buscan una salida mas allá de los cánones democráticos o en su defecto que el gobierno se mantenga pero que cumpla con los problemas del país; desde un punto de vista superficial este debería ser el ideal de la oposición, aunque de vez en cuando se ven como lo que son: camaleones políticos, que se adaptan a la situación y que no dudaran ni un segundo en mostrar su lado más radical cuando el contexto los favorezca; aunque no puedo negar que he conocido opositores de este estrato que son muy sinceros con esta visión, aquellos que considero que deberían estar en puestos más altos de la oposición con mas visión de ser contralores directos que simples shows mediáticos.
En cuarto lugar tenemos a los opositores faranduleros, la especie más abundante de esta fauna, aquellos que, aun si saber las razones o los basamentos concretos, no tienen ninguna clase de miramientos a la hora de culpar cualquier mal de la sociedad al gobierno, sin el menor sentido de fundamento en sus argumentos; en muchos casos los considero como una moda banal, esta gente tiene la idea fija de que ser contrarrevolucionario les da “cache” frente a las demás personas; hacer un chiste, una crítica “constructiva, una banalización, satanización o denigración a cualquier actor político o cualquier acción política que venga de este lado será la leña que prenda su coctel de epítetos ofensivos hacia el gobierno y cualquiera que pretenda defenderlos. Su común denominador son las redes sociales, donde consumen y replican cualquier noticia que afecte al gobierno, aun cuando estas puedan ser mentira, lo importante es hablar mal, que visión tan caricaturesca ¿verdad?
Y por ultimo tenemos el estrato más bajo, aquel que, aunque es minoritario, produce más daño que los cuatro estratos anteriores: los opositores radicales, aquellos que tienen tres factores característicos: el ridículo, la violencia y la incapacidad de discusión; son gente que solo tienen un fin concreto: tumbar al gobierno por todo los medios posibles, sin tener el mayor miramiento en las consecuencias de sus acciones, son capaces de matar, destruir y generar zozobra en nombre de la “libertad, la democracia y la defensa de los derechos humanos” términos que en su actuar no demuestran en lo absoluto, por lo que no podemos evitar pensar que su accionar no viene del azar, sino que existen factores externos, tanto en la economía como de países que están abiertamente en contra del proceso revolucionario, que financian a estas personas para crear una situación de calamidad que haga lo gobernabilidad como algo imposible y se tenga que intervenir de afuera, algo que, de la mente de los radicales, suponen que no los dañaran en absoluto (yo te aviso chirulí).
En conclusión, esta visión de lo que hoy se llama la oposición venezolana nos hace reflexionar en torno a una pregunta ¿Son opositores porque están convencidos que en la derecha hay alguna visión o ideología que los mueva o sencillamente militan allí con el fin de derrocar al gobierno?, no podemos meter en un mismo paquete a ambas visiones, que existen y las he reconocido de personas que conozco, pero lamentablemente solo se necesita pasearse un rato por las redes sociales o por algún lugar considerado “bastión de la oposición” para darse cuenta que estas personas solo siguen este fin (derrocar al gobierno) como el objetivo final, sin tener la menor idea de lo que va a suceder después, como si tumbar al gobierno fuera una suerte de sortilegio o alquimia profana que de manera mágica va a desaparecer todos los problemas que vive la sociedad venezolana, aquí hay que detenerse y pensar quienes son de verdad los borregos, epíteto muy utilizado por ellos para referirse a nosotros.
Es estúpido pensar que lograremos hacer que todos piensen de la misma manera, como pretendió los Nazis o la China de Mao, pero lo que si podemos lograr es que, más allá de nuestras diferencias políticas, entendamos que la solución no está en perseguir aventuras que podrían causar un nuevo Golpe de Chile de Allende, Honduras de Zelaya, Libia de Gaddafi o Ucrania de Yanucovik, sinoi que debemos vernos las caras, asumirnos todos como contralores y antes de preguntar ¿Por qué el gobierno no lo ha hecho? Empecemos a preguntarnos ¿Qué puedo hacer yo para solucionar este problema?
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